miércoles, 4 de agosto de 2010

En la semana del niño leer es una fiesta.

La ONU recomendó que todos los países instituyeran el festejo para promover la fraternidad entre los niños y la realización de actividades tendientes a su bienestar, pero dejó a cada nación en libertad de elegir la fecha.

El Día del Niño - que históricamente se festejaba en la Argentina el primer domingo de agosto - se celebra desde 2003 en coincidencia con Chile, el segundo domingo, debido a que la Cámara del Juguete pidió el cambio atendiendo a una necesidad mercantil.

 
 
Hoy compartimos una leyenda
 
La leyenda de los hipocampos    

Silvia Paglieta

Hubo una vez un dios que preguntó a los animales por su destino.
- Ahora mismo debe decir cada uno de ustedes dónde se quiere quedar, si en el agua o en la tierra.
Los animales se sintieron desconcertados. Estaban acostumbrados a subirse volando hasta el cielo o a sumergirse en el fondo del mar o a comer alfalfa fresca en el campo, con total libertad.
Pero bueno, ahora había que decidir.
-Elegir es perder un poco –protestó un camello que se guardaba un poco de agua dentro de la joroba.
-A mí eso de siempre agua o siempre tierra me da un poco de miedo –comentó la trucha.
-La tierra tiene sus cosas y el agua tiene sus cosas –afirmó un conejo creído de decir una frase célebre e inolvidable.
Las vacas, sin dudarlo, se fueron lentamente al campo.
-Para nosotras se ha hecho pasto bien verde –opinaron.
Y los toros las siguieron.
Los pejerreyes eligieron rápidamente los ríos y los mares, pero se mantuvieron firmes en su deseo de ser siempre elegantes y de estar cerca del calor del sol.
La ballena no lo dudó: le gustaban las olas del mar.
Así cada animal se fue organizando, armando grupos ya sea para caminar sobre la tierra o nadas sobre las aguas.
Los cangrejos dudaron un poco: dos pasos para a tras, dos pasos para adelante. Finalmente se quedaron cerca de la playa, por si podían hacer alguna trampita.
Mientras tanto las plantas también iban organizándose, por las dudas se les preguntara. El ombú, se fue para la pampa.
Los sauces, cerca del río.
Las algas, al fondo del mar.
Sin embargo ese dios, antes de que terminara la jornada, vio que algunos animales todavía estaban dudando:
- ¿Qué les pasa a ustedes? –preguntó a la gran familia de caballos- ¿Ya eligieron lugar dónde vivir?
Entonces, el caballo de cola más larga empezó a relinchar una explicación.
Habló largo rato. Explicó todo lo que pudo, aún en idioma que no entendían todas las especies, que ni siquiera comprendían todos los de su gran familia.
Esa misma tarde, allí donde la espuma se rompe contra las piedras, los caballos resolvieron separarse en dos grandes familias: la de los caballos de tierra y la de los caballos de agua.
Los caballos de tierra andan corriendo por la pampa.
Son los caballos salvajes que están cerca de las sierras. Usan colas largas, flequillo y crin. Les encanta conquistar a las yeguas que suben piedra por piedra para verlos desde lo alto del valle.
Los caballos que resolvieron quedarse en el mar formaron otra familia, la de los hipocampos.
Cambiaron de color.
Se hicieron cristalinos y pequeños.
Ellos tienen los ojos bien alertas, porque no es fácil vivir allí. Por eso con un ojo andan siempre buscando una pareja para tener hijos y con el otro ojo miran para ver si algún pez se los quiere comer.
Les encanta dormir entre los corales, armar allí un lugar con a algas y caracoles para que venga la hembra y los fecunde. A los hipocampos machos les gusta mucho quedarse esperando a que nazcan los doscientos hijos que tienen cada vez que son fecundados por las hembras.
En cambio ellas, sólo desean nadar entre cardúmenes llenos de color, meterse dentro de las cuevas y nadar por los mares cálidos buscando leyendas que están siempre entre las aguas de los mares más profundos.


Silvia Paglieta es Licenciada en Letras y Profesora egresada de la Universidad de Buenos Aires. Desde hace más de veinte años se dedica a la promoción de la lectura, siendo fundadora del Grupo Catán, que conformó una experiencia comunitaria en La Matanza, Provincia de Buenos Aires. Participó de diversos planes nacionales y provinciales y de distintas cátedras en institutos de formación docente y universidades. Es escritora de cuentos y poesías para niños, habiendo publicado en el país y en el exterior. Colabora en el Museo Argentino del Títere, realizando muestras, textos y presentaciones desde 2004. En el área de investigación, es miembro consultor de la Cátedra de Diagnóstico de Dificultades del Aprendizaje de la Carrera de Psicopedagogía de la Universidad de Lomas de Zamora. Actualmente se desempeña como asesora pedagógica en la Estación de Lectura Ernesto Sábato y es tallerista del Plan Nacional de Lectura.